Finalmente tendremos energía eléctrica colombiana para superar en parte la crisis que sufre Ecuador. Porque actualmente el déficit alcanza los 1.800 megavatios y máximo se adquirirán entre 400 y 450 de Colombia debido a que es la capacidad máxima de la línea de transmisión existente.
Y posiblemente un poco más de 100 MW si se agrega otra línea con la que cuenta Colombia para su uso en el sur de ese país. Por lo que el Gobierno ecuatoriano deberá asegurar el cumplimiento de lo anunciado en el Boletín 393 del 22 de octubre de 2024, de una integración de 1.598 MW de producción al sistema eléctrico ecuatoriano hasta abril de 2025.
El mismo que debería ser monitoreado. De la experiencia con Colombia, existe un tema que deberá tenerse en cuenta, como es el alto precio de kilovatio hora que se deberá pagar. Muy superior al precio de venta al consumidor ecuatoriano, que actualmente promedia $9,2 centavos de dólar el kilovatio hora, mientras el costo por la energía de Colombia será entre $35 y $45 centavos de dólar si es de producción termoeléctrica con diesel o fueloil, según Alejandro Castañeda, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Energía de Colombia (ANDEG).
De tal manera que si el costo promedio del kilovatio hora colombiano es de $40 centavos, y si el precio de venta del mismo kw hora al consumidor ecuatoriano que hace el Gobierno es de $9,2 promedio, Ecuador pagará a Colombia 4,34 veces el precio de facturación al consumidor. Por lo que hasta no resolver de manera definitiva nuestros problemas estructurales, nos veremos obligados a pagar esos valores cargándolos al Presupuesto General del Estado.
Lo que debe ser un llamado de atención para aquellos que aún se oponen a copiar lo que hizo Colombia al permitir la inversión privada en el área energética. Porque si la «soberanía energética» que la Constitución ecuatoriana protege tan celosamente, según su definición, «se trata de tener autonomía y control sobre la energía que se utiliza en un país o región para garantizar el bienestar y el desarrollo sostenible de su sociedad», no puede haber peor «soberanía energética» que la que no tiene energía para el bienestar y desarrollo de la sociedad. Así de simple.
La soberanía energética debería convertirse en «seguridad energética» sin importar su procedencia. En Colombia la solución fue simple al abrir la generación, transmisión y comercialización a la iniciativa privada. Alejandro Castañeda compartió con diario El Universo que además existe lo que se conoce como el mercado mayorista de energía eléctrica bajo la regulación y control estatal.
Dice Castañeda: «como es un sistema, cualquier generador puede poner energía en ese sistema» al referirse a quienes serán los que vendan a Ecuador. Políticamente agrega que «La lección que dejaron a Colombia los apagones de 16 horas de los años 90, es que: “el sector eléctrico tiene que superar a los gobiernos”, manifestó el presidente de ANDEG.
ANDEG es un gremio colombiano que reúne a catorce empresas del sector de generación de energía eléctrica, doce de ellas son de participación privada y dos de participación pública, representa casi en un 90 % a la generación térmica y el 10 % restante a otras fuentes de generación renovables, como la solar.
El rol de ANDEG, según Castañeda, “es tender puentes con el Gobierno, tratar de mantener que el mercado eléctrico colombiano siga funcionando con esos criterios de mercado y de participación por parte de los diferentes actores, generar una competencia suficientemente alta para que este mercado siga creciendo y (haya) la energía suficiente y la ilidad necesaria para que (el) sector no se apague”.
¿Será posible aprender de la experiencia colombiana?
EDITORIAL DE 92.5 FOREVER RADIO, LUNES 18 DE NOVIEMBRE DE 2024.
Por: Washington Delgado L.
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