Ciudad de México, una metrópolis en expansión de casi 22 millones de habitantes y una de las mayores urbes del mundo, se enfrenta a una grave crisis hídrica, ya que a una maraña de problemas -como la geografía, el caótico desarrollo urbano y las fugas en las infraestructuras- se suman los efectos del cambio climático.
Años de lluvias anormalmente escasas, periodos de sequía más largos y temperaturas elevadas han añadido tensión a un sistema hídrico que ya se esforzaba por hacer frente al aumento de la demanda. Las autoridades se han visto obligadas a imponer importantes restricciones en el bombeo de agua de los depósitos.
«Varios barrios llevan semanas sufriendo la falta de agua, y aún quedan cuatro meses para que empiecen las lluvias», afirma Christian Domínguez Sarmiento, científico atmosférico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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